domingo, 5 de diciembre de 2021





El Niño Remigio,

desde Redoble por Rancas hasta Garabombo el Invisible

 mitzar brown

“Así se comprobó que el Niño Remigio padecía una enfermedad incurable porque la ráfaga que le destapó la mitad de la cabeza mostró que en lugar de sesos tenía una mata de geranios.” Manuel Scorza

 

Motivados por la indignación de Héctor Chacón, los comuneros de Rancas han decidido secundarlo y poner fin al abuso constante del juez y hacendado Francisco Montenegro.  Su muerte podría poner fin a una situación desesperante y generar un cambio. Planean fingir una riña, aprovechar la confusión y asesinar al juez. Para que todo resulte creíble ante las autoridades otros deben resultar muertos. Saben que, indistintamente del resultado, algunos de ellos irán presos, pero el sacrificio, piensan, habrá valido la pena, sobre todo para Héctor Chacón, el Nictálope, que, desde niño, tiene presente la humillación del castigo desmedido que sufrieran él y su familia de parte del hacendado. El plan incluye elegir quienes, además del juez, serán los muertos, las víctimas del enfrentamiento. Es cuando en la historia aparece El Niño Remigio, un personaje al que muchos compadecen debido a sus continuas y severas crisis de epilepsia. La lástima que sienten por él lo hace vulnerable a ser considerado para el sacrificio. Los comuneros conversan:

—Hay que disimular.

—¿En qué forma?

—Se puede fingir una riña; si mueren dos o tres de los nuestros, la justicia dirá que fue una disputa.

(…)

—¿Quiénes morirán? —preguntó el Ladrón de Caballos chupándose las muelas.

(…)

—El Niño Remigio —dijo el Abigeo— ya no tiene remedio. (…) No pasa día sin que caiga con la boca llena de espuma. Yo lo he visto llorar cuando resucita de sus ataques. (…). «¿Para qué vivo? ¿Para qué existo? ¿Por qué no me recogerá el Divino?». Así se queja. (1983: 25-26)

 

Eligen también a otros dos. Son traidores. Deciden “acabar con la hierba mala” (1983: 26). La trama continúa. Los comuneros van a insistir en su objetivo. Buscan aprovechar un comparendo con las autoridades para generar la ocasión de librarse de Montenegro. El Abigeo busca al Niño Remigio y lo lleva al punto de encuentro montado en un corcel. Es una experiencia inolvidable para el Niño que, inocente, se entrega al plan. Pero las acciones deben cambiar. Ha habido un traidor y Chacón está en la mira de un sicario, el Corta Orejas, enviado por doña Pepita. Es este el que termina siendo asesinado por Chacón. El Nictálope debe huir, pero es delatado por su hija Juana, según denuncia el Niño Remigio, ya libre de un sino equivocado, en una de sus primeras participaciones como delator de injusticias, característica principal del personaje. Ella quiere evitar que a su marido lo pongan en la lista de conscriptos, por eso entrega al padre. La lucha deja de ser guiada por el interés casi particular de Chacón, apresado, para ser asumida por los comuneros como un reclamo a las autoridades por el avance del Cerco de la empresa minera que los va dejando sin tierras para sus ganados.

Lo anterior es parte de los sucesos en la novela Redoble por Rancas (1970), de Manuel Scorza. Al lado de El Niño Remigio conocemos a otros personajes como El Ladrón de Caballos, El Abigeo, La Comunidad Equina, el Juez Montenegro, doña Pepita, etc. Interesa aquí ver el crecimiento del personaje Remigio en la segunda de las novelas, Garabombo el Invisible (1972). También, en Redoble por Rancas, los lectores vamos conociendo a este segundo héroe, Fermín Espinoza, apodado Garabombo, desde la narración de un hecho del pasado cercano. Podemos presumir su temperamento rebelde a los abusos de los hacendados, pues está exilado a unas cuevas, aunque aún no sabremos por qué ya que esta escena se desarrolla en el segundo cantar. Incluso, puede decirse —es una presunción de esta autora— que los lectores empiezan a sentir empatía hacia el futuro héroe debido a ciertos rasgos de ingenuidad y torpeza. Se luce aquí parte de la vena irónica de Scorza:

(…). Fermín Espinoza —un ex sargento, colono expulsado de Chinche que vive refugiado en una cueva—encontró una gallina. La decomisó. Casi amanecía.

—¿Sabe usted cocinar? —dijo Cayetano.

—En los cuarteles se hace de todo.

—Prepare un buen estofado (1983: 43)

 

Lo anterior se nos cuenta cuando, en Rancas, a propósito de tener que preparar un recibimiento a las autoridades para el comparendo entre la hacienda Huarautambo y la comunidad de Yanacocha, el Abigeo les recuerda a todos lo que les había pasado a los del pueblo de Chinche cuando esperaban, no hacía mucho, a la autoridad para un comparendo. En ese racconto, vemos cómo Fermín Espinoza, apodado Garabombo, muy acomedido prepara un potaje de gallina usando bosta como combustible, pero cuando el Inspector Galarza prueba la comida, grita:

—¿Qué monstruosidad es esta?

—Gallina, Excelencia —informó Cayetano—. Yo mismo la desplumé.

—Esto es mierda —se ahogó el Inspector.

Cayetano olió el estofado y se torció de risa: era mierda.

—Oye Espinoza. ¿Tapaste la olla?

—¿Qué olla?

—Grandísimo hijo de puta —tronó Cayetano—. ¿No sabes que cuando se cocina con bosta hay que tapar la olla para que no se le pegue el olor del estiércol? (1983: 43)

 

Este recordar por parte del Abigeo y demás comuneros de episodios de los que como lectores recién deberíamos enterarnos en la segunda novela del cantar, evidencia que ambas historias se desarrollan casi al mismo tiempo. Es decir que, mientras que en Rancas los comuneros traman la muerte del juez, mientras que Chacón es apresado y mientras que se desarrolla la lucha contra el cerco; en Chinche, ya Garabombo ha sido expulsado a las cuevas de Jupaicanán, y quizá ya han iniciado él y los comuneros su propia gesta. También podemos ver que la idea de invisibilidad ya se expone desde la primera novela, pero eso será tema para otra oportunidad.

          Hasta este momento de la historia el lector ha conocido a un Niño Remigio ingenuo, vanidoso, enamorado sin esperanzas de la Niña Consuelo. Físicamente es pequeño, jorobado, cojea, se viste mal, duerme en una panadería donde le regalan las galletas rotas que él busca obsequiarle a la Niña, posee tres perros. Va pasando de ser un enfermo de epilepsia que pide al cielo que lo recoja, a ser un escritor que une su habilidad verbal al ánimo de incomodar. Para denunciar a Juana, la hija de Chacón, ha escrito un huaino. Se va configurando —para la siguiente novela— un personaje escritor, ácido en sus comentarios, bromista, pero a la vez crédulo y capaz de hacerse querer por algunos.

Así, en el capítulo seis de la segunda novela (1977: 40-41) logramos ver al Niño Remigio en toda su magnitud cuando Garabombo a su regreso de Lima se encuentra con él. Aparentemente desvalido, en todas sus deformidades, Remigio es un Niño adulto que viste harapos con parches de diversos colores, cojea, finge no reconocer a Garabombo debido a una deficiencia visual, se hace el importante, se pone unos anteojos rotos, entonces finge verlo y se alegra.  Es interesado, se enoja porque no le ha traído caramelos. Le ofrece, a cambio de ellos, escribirle al Presidente sobre su caso.

El Niño es un escritor que con su fantasía es capaz de verse involucrado en el viaje a Lima del héroe Garabombo en pos de justicia para los reclamos de los colonos. Remigio es el héroe de su propia historia, con ayuda de los comuneros y de la colecta del capillero construye el Huáscar para navegar hacia Lima por el río Chaupiguaranga que no solo baja, también sube: “Ernestito tenía razón. Ernestito es el pescado que me contó todo. ¡Lindo Ernestito! Pocos conocen el camino. ¡Linda travesía! El río Chaupiguaranga bajó tres días y luego comenzó a subir. Al principio no se nota”. (1977: 73)

 El género epistolar es la mejor manera que encuentra este personaje para expresar su inconformismo con la vida y completarse a sí mismo como un imaginado ciudadano influyente en las decisiones de las autoridades y como un indiscreto poblador dispuesto a poner en evidencia las malas artes de ciertos personajes como el Subprefecto o la misma esposa del juez. Es por esto último que, cansados de sus burlas e indiscreciones, los más acomodados urden un plan al que todos se prestan. El Niño Remigio es víctima del escarnio. Se convierte en Remigio el Hermoso y logra captar la atención de la Niña Consuelo. Se prepara la boda. El hechizo o encantamiento en el que todo el pueblo se ha visto involucrado desaparece cuando Remigio se halla solo y burlado ante el altar.

Este personaje fantasioso y de alma ingenua ha sido presa, pues, de la fantasía generalizada surgida sobre todo entre las familias más acaudaladas, constantes víctimas de las burlas del Niño Remigio:

—¡Ay, doña pepita —se confesó doña Enriqueta—, me paso los días revisando el santoral! ¡No sé qué nombre ponerle a mi hijo!

El Niño Remigio, que a pocos metros fracasaba intentando obtener un caldo de carnero a crédito, gritó:

—¡En vez de buscar el nombre de su hijo, debería buscar el nombre del padre!

 

Es esta audacia la que despierta la ira del Subprefecto, esposo de Enriqueta, harto de que el embarazo de su mujer fuera objeto de las burlas de Remigio. Decide dar la orden de envenenarlo. Es cuando interviene el juez Montenegro y propone enviarle un oficio de reconocimiento a su labor como intelectual. Este hecho genera una serie de cambios en los pobladores que empiezan a verlo con otros ojos. Incluso se hace amigo del juez y hasta pasea con él. Remigio es objeto de sucesos maravillosos. Crece y hasta pierde la joroba. Es admirado por todos y cautiva a la Niña Consuelo con la que se compromete en matrimonio. Es aún más reflexivo y lúcido, lee historia y comparte sus conocimientos con madurez, como la historia del general Sobiersky (Carlos Sowersby), que, venido de las luchas napoleónicas, luchó al lado de Bolívar en la Batalla de Junín, en la que murió (1977: 151-152). El día de la boda es el punto máximo de la felicidad del personaje a la vez que el declive del encantamiento. “En vano, nadie llegó. Ni la Niña Consuelo, que se carcajeaba en casa de los Montenegro…” (1977: 208).

Dolido, el Niño Remigio anda sin curso fijo. Distingue a la Guardia de Asalto e intenta escribir una carta a la Virgen de las Mercedes para pedir por los Chinchinos. Al ver muy cerca de la guardia, se interpone y es acribillado: “El guardia lo cegó con su metralleta. Así se comprobó que el Niño Remigio padecía una enfermedad incurable porque la ráfaga que le destapó la mitad de la cabeza mostró que en lugar de sesos tenía una mata de geranios.”  (1977: 254)

Conclusiones

·         El Niño Remigio es un personaje que vemos perfilarse desde la primera novela de la pentalogía La Guerra Silenciosa, Redoble por Rancas.

·         La vida del personaje se desarrolla a lo largo de la segunda novela: Garabombo el Invisible, hasta su muerte.

      En la primera historia los comuneros están dispuestos a sacrificarlo para conseguir su objetivo de librarse del juez Francisco Montenegro, pero las cosas cambian y se salva sin haberse enterado siquiera del riesgo corrido.

·         En la segunda novela vemos a un Niño Remigio con todas sus características físicas e intelectuales. Se manifiesta su vocación por el género epistolar cuando le ofrece a Garabombo escribirle al Presidente para ayudarlos en sus problemas con la justicia. Se aprecia su fantasía de poder como influyente en las decisiones de los políticos. Fantasea con ser amigo del presidente e incluso imagina una participación suya en las hazañas de los comuneros.

·         Nos vamos enterando de que resulta incómodo a la clase social alta por sus continuas ironías. Es víctima de la burla tramada por las autoridades hartas de él y vive una ilusión de belleza e importancia que se vuelve colectiva al punto de conseguir el amor de la Niña Consuelo.

·         El Niño Remigio muere como héroe, asesinado por la Guardia de Asalto.

 Fuentes

Scorza, Manuel, 1983 “Redoble por Rancas”, Plaza & Janes, S. A., Barcelona

——————, 1977, “Garabombo el Invisible”, Monte Ávila Editores, Caracas

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

No hay comentarios:

    La vergüenza en el cuento “Peregrinación” de Susan Sontag* mitzar brown   El cuento aparece en Declaración. Cuentos reunidos . A...